Rosco
Hoy lo hacemos diferente. Hemos cogido ese recuerdo de la infancia y le hemos dado otra forma. Porque, si algo hemos aprendido, es que la tradición se honra viviéndola en el presente.
Y ese puchero, el mismo que hacía nuestra abuela, sigue aquí, recordándonos que la vida pasa, que las cosas cambian, pero que lo verdaderamente importante es lo que permanece: la esencia, los recuerdos y las raíces.
